viernes, 10 de diciembre de 2010

Detrás del reflejo de uno mismo


Iba a escribir que las palabras más hermosas se transforman en tales gracias a lo que sentimos al escuchar esa secuencia de sonidos articulados uno detrás de otro... y recordé este cuento de J.L. Broges, publicado en el Libro de Arena.

El espejo y la máscara

Librada la batalla de Clontarf, en la que fue humillado el noruego, el Alto Rey habló con el poeta y le dijo:

-Las proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabras. Quiero que cantes mi victoria y mi loa. Yo seré Eneas; tú serás mi Virgilio. ¿ Te crees capaz de acometer esa empresa, que nos hará inmortales a los dos?

-Sí, Rey -dijo el poeta-. Yo soy el Ollan. Durante doce inviernos he cursado las disciplinas de la métrica. Sé de memoria las trescientas sesenta fábulas que son la base de la verdadera poesía. Los ciclos de Ulster y de Munster están en las cuerdas de mi arpa. Las leyes me autorizan a prodigar las voces más arcaicas del idioma y las más complejas metáforas. Domino la escritura secreta que defiende nuestro arte del indiscreto examen del vulgo. Puedo celebrar los amores, los abigeatos, las navegaciones, las guerras. Conozco los linajes mitológicos de todas las casas reales de Irlanda. Poseo las virtudes de las hierbas, la astrología judiciaria, las matemáticas y el derecho canónico. He derrotado en público certamen a mis rivales. Me he adiestrado en la sátira, que causa enfermedades de la piel, incluso la lepra. Sé manejar la espada, como lo probé en tu batalla. Sólo una cosa ignoro: la de agradecer el don que me haces.

El Rey, a quien lo fatigaban fácilmente los discursos largos y ajenos, le dijo con alivio:

-Sé harto bien esas cosas. Acaban de decirme que el ruiseñor ya cantó en Inglaterra. Cuando pasen las lluvias y las nieves, cuando regrese el ruiseñor de sus tierras del Sur, recitarás tu loa ante la corte y ante el Colegio de Poetas. Te dejo un año entero. Limarás cada letra y cada palabra. La recompensa, ya lo sabes, no será indigna de mi real costumbre ni de tus inspiradas vigilias-

-Rey, la mejor recompensa es ver tu rostro-dijo el poeta, que era también un cortesano.

Hizo sus reverencias y se fue, ya entreviendo algún verso.

Cumplido el plazo, que fue de epidemias y rebeliones, presentó el panegírico. Lo declamó con lenta seguridad, sin una ojeada al manuscrito. El Rey lo iba aprobando con la cabeza. Todos imitaban su gesto, hasta los que agolpados en las puertas, no descifraban una palabra. Al fin el Rey habló.

-Acepto tu labor. Es otra victoria. Has atribuido a cada vocablo su genuina acepción ya cada nombre sustantivo el epíteto que le dieron los primeros poetas. No hay en toda la loa una sola imagen que no hayan usado los clásicos. La guerra es el hermoso tejido de hombres y el agua de la espada es la sangre. El mar tiene su dios y las nubes predicen el porvenir. Has manejado con destreza la rima, la aliteración, la asonancia, las cantidades, los artificios de la docta retórica, la sabia alteración de los metros. Si se perdiera toda la literatura de Irlanda -omen absit- podría reconstruirse sin pérdida con tu clásica oda. Treinta escribas la van a transcribir dos veces.

Hubo un silencio y prosiguió.

-Todo está bien y sin embargo nada ha pasado. En los pulsos no corre más a prisa la sangre. Las manos no han buscado los arcos. Nadie ha palidecido. Nadie profirió un grito de batalla, nadie opuso el pecho a los vikings. Dentro del término de un año aplaudiremos otra loa, poeta. Como signo de nuestra aprobación, toma este espejo que es de plata.

-Doy gracias y comprendo -dijo el poeta. Las estrellas del cielo retornaron su claro derrotero. Otra vez cantó el ruiseñor en las selvas sajonas y el poeta retornó Con su códice, menos largo que el anterior. No lo repitió de memoria; lo leyó Con visible inseguridad, omitiendo ciertos pasajes, Como si él mismo no los entendiera del todo o no quisiera profanarlos. La página era extraña. No era una descripción de la batalla, era la batalla. En su desorden bélico se agitaban el Dios que es Tres y es Uno, los númenes paganos de Irlanda y los que guerrearían, centenares de años después, en el principio de la Edda Mayor. La forma no era menos curiosa. Un sustantivo singular podía regir un verbo plural. Las preposiciones eran ajenas a las normas Comunes. La aspereza alternaba Con la dulzura. Las metáforas eran arbitrarias o así lo parecían.

El Rey cambió unas pocas palabras Con los hombres de letras que lo rodeaban y habló de esta manera:

-De tu primera loa pude afirmar que era un feliz resumen de cuanto se ha cantado en Irlanda. Ésta supera todo lo anterior y también lo aniquila. Suspende, maravilla y deslumbra. No la merecerán los ignaros, pero sí los doctos, los menos. Un cofre de marfil será la custodia del único ejemplar. De la pluma que ha producido obra tan eminente podemos esperar todavía una obra más alta.

Agregó con una sonrisa: -Somos figuras de una fábula y es justo recordar que en las fábulas prima el número tres.

El poeta se atrevió a murmurar: -Los tres dones del hechicero, las tríadas y la indudable Trinidad. El Rey prosiguió: -Como prenda de nuestra aprobación, toma esta máscara de oro.

-Doy gracias y he entendido -dijo el poeta. El aniversario volvió. Los centinelas del palacio advirtieron que el poeta no traía un manuscrito. No sin estupor el Rey lo miró; casi era otro. Algo, que no era el tiempo, había surcado y transformado sus rasgos. Los ojos parecían mirar muy lejos o haber quedado ciegos. El poeta le rogó que hablara unas palabras con él. Los esclavos despejaron la cámara.

-¿No has ejecutado la oda? -preguntó el Rey; -Sí -dijo tristemente el poeta-. Ojalá Cristo Nuestro Señor me lo hubiera prohibido.

-¿Puedes repetirla?.: -No me atrevo.

-Yo te doy el valor que te hace falta -declaró el Rey.

El poeta dijo el poema. Era una sola línea. Sin animarse a pronunciarla en voz alta, el poeta y su Rey la paladearon, como si fuera una plegaria secreta o una blasfemia. El Rey no estaba menos maravillado y menos maltrecho que el otro. Ambos se miraron, muy pálidos.

-En los años de mi juventud -dijo el Rey- navegué hacia el ocaso. En una isla vi lebreles de plata que daban muerte a jabalíes de oro. En otra nos alimentamos con la fragancia de las manzanas mágicas. En otra vi murallas de fuego. En la más lejana de todas un río abovedado y pendiente surcaba el cielo y por sus aguas iban peces y barcos. Éstas son maravillas, pero no se comparan con tu poema, que de algún modo las encierra. ¿Qué hechicería te lo dio?

-En el alba -dijo el poeta- me recordé diciendo unas palabras que al principio no comprendí. Esas palabras son un poema. Sentí que había cometido un pecado, quizá el que no perdona el Espíritu.

-El que ahora compartimos los dos -el Rey musitó-. El de haber conocido la Belleza, que es un don vedado a los hombres. Ahora nos toca expiarlo. Te di un espejo y una máscara de oro; he aquí el tercer regalo que será el último.

Le puso en la diestra una daga. Del poeta sabemos que se dio muerte al salir del palacio; del Rey, que es un mendigo que recorre los caminos de Irlanda, que fue su reino, y que no ha repetido nunca el poema.

No tan dulce como el chocolate


En habitaciones diferentes. Separado de la amistad, pero sin querer irme. Y en la fantasía de un juego en el que ríos de chocolate nos arrastraban por las calles de una ciudad tan grande, una hermosa mujer descubría que puede ser relajante hacer pis en el agua. La corriente se mezclaba, la gente se dispersaba y esa femme ya se iba, como siempre, lejos. Yo volvía hacia donde el sol pega de lleno, donde los edificios no están obstruyendo su luz. Vuelvo a casa.

Por donde voy...


Busco respuestas en jardines ajenos. Quisiera que las puertas de las casas estuvieran abiertas de par en par para conversar con todos sobre sus vidas, conocer sus secretos y poder comentarlos con los pequeños enanos de jardín que tanto conocen de su mundo, pero que poco dicen. ¿Será que muchos de ellos pasan desapercibidos?

martes, 30 de noviembre de 2010

Aquello que no tiene nombre


Escapar de los fantasmas puede ser aún más difícil que perseguirlos para destruirlos. Usar sus mismas armas, el recuerdo, la angustia y la autodestrucción, podría ser una táctica inteligente, pero ¿cómo evitar que la intención no se vuelva en nuestra contra?

Querer olvidar. Deber olvidar. Dejar a un lado los sentimientos, y en lo onírico desear, casi despierto. Ser amor castrado. Ser parte de nada. Ser, entre el infinito de posibilidades, aquello que no tiene nombre.

Me encierro en el alma, como un puño que golpea el pecho. La identificación se transforma en el mismo veneno que es la indiferencia. Y en un oído sordo, el viento se calla. No dice nada, no mueve nada. Pero es más que una brisa.

Mundos eternos dentro del silencio. La felicidad que se encuentra sólo en sueños, aunque aún así se conoce su irrealidad. Y en el reflejo ya no aparece lo que soy, porque eso ya no existe. Son sólo miradas, ajenas, a mi alrededor.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Pies en la tierra

Sin pensar
Patas blancas
Siente pasto
Siente alma

Sin querer
Pensar en blanco
Siente alma
Siente pasto

viernes, 26 de noviembre de 2010

Es tu sangre


No quise robar el sol
Deja de golpear mi pecho
No quiero pedir perdón
Pues nunca quise robar el sol

Es tu sangre
La misma que ahora odias
La misma que violentas
Es tu sangre ahora

Quién eres, acaso
Tu piel está muy cerca
Te conozco, no sos nadie
Sos un sueño y un infierno

Vuelve el golpe
Sigue un abrazo, Por qué llora
Tal vez la caricia sea
Táctica para traer al genio de la calma

Mi cuerpo frente al tuyo
En tu apariencia que no se esconde
Y entre una y mil vueltas
La persecución del pasado

No quise robar tu sol
Deja de golpearme el pecho
No voy a pedir perdón
Nunca quise robar el sol

martes, 23 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

Bossa´n princess


Princesa
de todos mis sueños
dejame volar
hasta el mar

Sin ojos


Mil rostros de colores juegan en el sol de una fantasía.
En lo irreal no sucede el tiempo
Tampoco sucede nada

Mil rostros de colores dicen que está bien lo que siento
En la fantasía no importa el rostro
Realmente no hay nada

Mil rostros de colores me abrazan sin importar el momento
Pero el rostro no tiene brazos
Sólo el frío viento

Mil rostros de colores se funden en un ideal sin nombre
No hay espejo que refleje ideales
No hay nombre

Mil rostros ya sin luces, se apagan en la madrugada
Despertar en ningún lado
No hay ojos a mi lado

jueves, 18 de noviembre de 2010

Mirada de piedra



¿Centinela?... ¿quién soy? Dime, quiero saber.

Centinela, por favor, dame una respuesta. Una estaría bien.

¡Centinela! ¿Por qué tus labios no se mueven?

Centinela, dime cómo debo preguntar para que me contestes.

No entiendo tus reglas, Centinela. Acaso escuchas, sin más.

Centinela, no soy de piedra como tú.

Por eso quiero tus respuestas, Centinela.

Centinela, vengo de lejos para verte, y no me escuchas ni me hablas.

Santo Dios, Centinela, soy sólo uno más que busca ayuda.

¿Acaso tantos te interrumpen en tu vigilia, Centinela?

La lluvia está cerca, Centinela, ¿eso te ablanda acaso?

Necesito una palabra al menos, Centinela, dime.

¿Dónde estoy, Centinela? No es a tu lado, no es frente a ti

¿Dónde estoy, Centinela? Dime

¿Para qué estoy, Centinela? ¿Para qué sirvo, Centinela?

Tú lo sabes, lo ves todo, Centinela

¿Por qué no hablas, Centinela?

¿Por qué no te escucho, Centinela?

¿Por qué he venido? ¿Por qué me voy?

¿Acaso eres?

¿Centinela?

martes, 9 de noviembre de 2010

Ojos, en la lluvia de dolor


Se encontraba en un lugar sin luces, un patio interno de verdes oscuros, transformados en sí mismos por la sombra de una araucaria que había perdido sus ganas de crecer, y encerrado por dos muros espejados, que enfrentaban sus miradas a través de grandes ventanas, como quién observa a los ojos a un extraño, prejuzgado de maligno, ante la ingenuidad de la corta y tímida distancia. Los párpados color ladrillo, se abrían al amanecer y se cerraban siempre a medianoche, mientras las pestañas blancas jugaban durante el día con el viento, que las perseguía hacia afuera y hacia adentro de ese patio lleno de oscuridad y de historias de rencor.

Separaba dos mundos, ese patio. Los muros practicaban la indiferencia, nosotros, integrantes, les enseñamos a hacerlo. Pero ese martes fue distinto. La lluvia diluvial hizo estremecer los huesos, que crujieron como las hojas de esa araucaria chocando entre ellas y con los mundos; llamándome estaba el viento, con un arpegio en mi menor, para que mirase a través de uno de los ojos del muro, porque el mundo vecino estaba dando un giro.

Me acerqué a la ventana. Era más de media noche y los párpados, de par en par, abiertos a la oscuridad y a la tormenta; las pestañas blancas, encerradas tras los vidrios transparentes que reflejaban mi rostro en ellos, aún permitían el paso de una mirada vertical, como si fuera una grieta que quebró a ese ojo en dos, interrogándolo con un farol lejano, al otro lado de la habitación.

La luz proyectaba dos sombras en las cortinas, que jugaron el papel de pantalla de cine, y la ranura entre ellas dejaba percibir los colores, que no podía más que omitir al ver semejante violencia. Una de las sombras danzaba junto a la otra en un vaivén de manos que no quieren ser alcanzadas, su pelo largo y ondulado, negaba el amor que gritaba la otra con voz de arrepentimiento. El perdón que se vale de pretextos, la sombra que busca reconciliación no encuentra más que rechazo; llantos de dolor que hacían eco en los tímpanos pero no tan fuerte como en el corazón. Las sombras giran y quedan justo en la grieta luminosa generando un eclipse de farol; su contorno sombrío en las cortinas deja ver un fantasma de cuatro brazos que se estremeció el tronar el cielo, iluminando aquel patio ávido de ser feliz. El fantasma se agrandaba poco a poco, agitando sus brazos a dos voces que pedían perdón y exclusión. Y, en el reclamo se separan, como quién logra expulsar de su cuerpo su alma, mirándola, luego, con comprensión y arrepentimiento por lo cometido. El farol ya tendido en el suelo aún dejaba ver el contorno de esa alma acostada sobre ese suelo rígido como el rencor, presentando un movimiento producto del rodar del foco sobre sí mismo, pero no propio de la vida que se va. La sombra que aclamaba ser perdonada cayó junto a su amor, el llanto movió las pestañas dejando ver una imagen digna de olvidar: el perdón que se vale de pretextos para vestir su infidelidad de amor y que ahora lamenta la pérdida de lo que nunca supo realmente amar.

El farol se apagó, y un grito cayó como un trueno de tormenta sobre aquel patio oscuro; un grito de dolor, como el de quien se sacrifica por aquello que adquiere sentido después de la inmortalidad.



Todos salieron a ver, y nadie puedo hacer nada, la puerta cerrada con llave, las ventanas selladas con llanto, ninguna forma de ingresar esa noche; la proyección, había terminado, y el amor, consumado.

La boda de la corona


En aquel reino la corona estaba sola y muy triste, ni los banquetes ni las fiestas consolaban su pena. Dio cuenta de su soledad y tuvo una gran idea: por qué no casarse, de esa manera ya no estaría más sola. Comunicó su genio a su mente quién no vaciló en contradecir y, de esa manera, empezaron los preparativos para la gran fiesta. La corona, ordenó a sus manos crear el mejor vestido para la ocasión, a su lengua sugirió cocinar la comida más sabrosa y abundante que se haya probado jamás, a su nariz elegir el mejor perfume que nadie en la vida hubiera sentido y a su orejas que aprendieran las palabras más bellas para poder decirlas a su prometida. No de casualidad se reunió con su corazón para la tarea más importante, buscar a quién completaría su par. Pidió que fuera alguien que pudiera amarlo y que no buscara sólo la nobleza en propio beneficio. Su corazón asintió y partió en compañía de los pies, a quienes se les había encomendado su transporte.

Pasaron largos meses y la corona ya estaba impaciente por saber con quién se casaría. Citó a su corazón quién le llevó muchas opciones: zapatos brillantes de las tierras más lejanas, delantales sucios que amaban desde el horizonte, esmeraldas hermosas más ricas que su propio reino, pero entre todas había una especial, unos ojos color cielo que miraban desde el corazón más frágil que la corona hubiera visto jamás. Detuvo la presentación, envió a su dedo índice donde los ojos para determinar la elección y con su boca y sus voces comunicó a los habitantes del reino que la selección había terminado y que en dos noches sería la gran fiesta.

Sus manos trabajaron más que nunca para terminar el vestido, su lengua ya casi no sentía sabores entre tantos platillos preparados; su nariz sintió desvanecer el aroma de los perfumes pero fue su propio desvanecimiento el que se produjo, se levantó y continuó la selección; las orejas escucharon tantas palabras bellas que se enamoraron del idioma del amor y comunicaron a la corona todos sus secretos. Los caballos fueron invitando uno por uno a los habitantes al evento.

La luna bañaba de romance la noche de bodas mientras que los invitados llegaban poco a poco, primero fueron las coronas vecinas acompañadas de sus esmeraldas y rubíes, luego las altas galeras junto con sus elegantes bastones, le siguieron las cintas de cabello que envolvieron la sala de timidez, los crucifijos desfilaron por el alfombra dorada hacia el altar. Mas tarde fueron las espadas quienes cruzaron la puerta principal delante de los caballos y las flechas. Los zapatos, hachas y bueyes quedaron frente al palacio esperanzados de ser parte de la felicidad que ese día volvería al reinado.

La corona debía impresionar. Con su vestido haciendo combinación con la decoración de la sala, no pasó desapercibida. Su corazón lo acompañó mientras que bajaban las escaleras, abrazados como lo estarían un padre orgulloso de su hija y una hija que ama a su padre.

Casi todo estaba listo, sólo faltaba la presentación de la prometida, y así fue. La luna disminuyó su luz, las bocas se cerraron, las voces quedaron atrapadas en el asombro, y apareció brillante. Los ojos cielo transformaron la noche en día y el corazón frágil hizo a todos enternecer. Brillo por todo el derredor, la corona se sintió feliz. El crucifijo los unió. Las sonrisas de ternura llegaron justo a tiempo para el final de la boda y, siempre presentes oportunamente, las invitadas lágrimas, entraron sin avisar.

Las manos sostuvieron en su esfuerzo amor, la lengua degustó su felicidad con su banquete, la nariz, si no se hubiera desvanecido a la mitad de la noche, hubiera percibido el más agradable aroma que se sintió jamás, las orejas oyeron las palabras más hermosas en el momento de la unión y los pies transitaron el alivio cuando dieron cuenta de que tanto camino no fue en vano. El corazón latió con fuerza y se enamoró de una galera que alejó a una lágrima que acariciaba su mejilla, con la que se casará en doce lunas llenas, pero aún, no lo sabe.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Cadena-anedaC

Sentir que algo pasa
inventar ese sentir
creer que respirar es un duelo
mientras el sol se escapa en el mar.

Contar la ficción del alma
buscar la historia de esa ficción
en donde el viento no sopla
al momento de escapar al temblor.

Volver el tiempo en eternidad
medir lo que se escapa a ese tiempo fugaz
encontrar el mundo solo
siempre a punto de estallar.

El latido se vuelve golpe
el golpe no es más que un dolor
que en el alma se vuelve eterno
y que en el tiempo se hace temor.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

domingo, 31 de octubre de 2010

Maldita espera

Fundido en el desencuentro
qué busco, qué encuentro

Refugio eterno de las sombras
anhelando la luz que el placer esconde.

Mientras tanto se lastima el alma
mintiéndose al pensar que el pesar es eterno.

Mirando el sol que lastima los ojos
no se ve más que el descubrirse siendo un muerto vivo

viernes, 29 de octubre de 2010

El momento y la distancia


Caer de la lluvia sobre la cabeza. Vientos tristes de la desesperanza. Aún así queda nada en el mundo y en menor medida los deseos que se pierden en la desolación. Busca el alma en el alba, busca la paz en el colchón, quiere sentir que nunca pero nunca dijo adiós.

Antes o después. El sentido de lo no realizado en la eterna mezcla y balanza de la cotidianeidad. Humilde ser, ambiciosa sensación de ser más pero no ser nada. Heraldo de la voz, sin un vos a quien recurrir. Escapar a la mentira para hundirse en la soledad.

Aprieta el pecho que lagrimea sobre las melodías tristes que se escapan de los dedos pero no terminan de ser. Respirar cuesta, la garganta se cierra. Duele saber que no se sabe qué decir, y que aún si no fuera así no se diría mucho.

Se escapa… se va… nada retiene su acción. No hay esfuerzos, sólo la melancolía llegó para apoderarse del cuerpo, que pronto será sólo un cuerpo opaco entre los mundos que pasan a su alrededor. Dejar de existir, más allá de guardar algo en un cajón.

Una canción para escuchar con el post: Baguala para dos - Laura Ros

lunes, 11 de octubre de 2010

Una vez más


Mi guitarra y mi voz susurran
Quieren gritar al viento
Y siempre dices mentiras
No puedo quererte

Acero tenso en seis partes
No son iguales
Soy un desconocido
Soy nada

Me vuelve el alma al cuerpo
En el aire está lo que mata
Vuela sobre mí
A pocos pasos de ti

Coraza de algodón en tu corazón
Caparazón mutilado en la distancia
La batalla genuina
En un beat autodestructivo

Quedar mucho en un instante
Respirarte una vez más
Sentir que nada acaba
Y que te vuelvo a encontrar

jueves, 7 de octubre de 2010

Aquellas pequeñas cosas

Bajé la mirada. En las baldosas de Villa Luro encontré mi pasado, y jugué en árboles de moras silvestres. La nostalgia me recorrió el cuerpo

La sorpresa efímera


Me pregunto en qué momento la magia termina. El enamoramiento de la novedad y la sorpresa, muchas veces termina fundiéndose en la rutina, y otras veces sólo se vuelve inexplicable el gusto que antaño deslumbró nuestro ser.

Volvió a ser la mirada cautiva del encantamiento, aquella que conquista con fijarse en estos ojos, la que me ayudó a dar cuenta de las vidas ocultas tras el manto de la neblina de la indiferencia.

Y cuando el amor del instante se acaba, llega el mito de lo que pudo haber sido. Del dulce recuerdo de la mentira imaginada, nostalgia de aquella luz que nunca se encendió en la noche estrellada y de luna nueva.

Contagiosa actitud frente al cambio, meticulosa forma de ver el mundo más allá de lo real. En el lampacear nocturno de los sueños fértiles de nuevas verdades, nacen las vueltas al maldito reloj de la cuenta regresiva del falaz paraíso de lo desconocido.

lunes, 4 de octubre de 2010

En el camino invisible


“Si lo cuentas no se cumple el deseo”, dice Fito en Es sólo una cuestión de actitud. Por otro lado, en Amapola del 66 de Divididos, se escucha “viejo cristal atrasando mi viaje”. Es un ida y vuelta, la mentira y la verdad. Cuánto hace falta para creer y hacer, y no sólo decir y esperar.

Vuelvo el tiempo atrás. Hace un par de meses estaba en la cima de la libertad, viendo a los cóndores pasar a miles de metros de altura sobre el nivel del mar. Ese mar que no te dice nada (NTVG). Buscando el cielo iban las aves, como mi ser, que intentaba resucitar.

La mirada de lo bello, eterno resplandor de un suspirar perdido en el horizonte. La posibilidad de acompañarte, y ser más que una historia perdida en el pasado que nunca fue. Y aunque el presente se pierde, diversificado en rostros y unificado en sentimiento, no me quiero volver a preguntar sobre el por qué. Sólo quiero saber cuánto falta para darme cuenta que es necesario ese cambio, y que no estoy simplemente sentado esperando.

Soy tu piedra en el camino, soy tu salvación a la monotonía. Soy más de lo que piensas, y no puedo darte todo lo que mereces. Así soy, ser incompleto, ser imperfecto, de ti depende completar el resto. Mayor a menor, menor a mayor, un vuelco de percepciones que juegan a completar la rueda de la inesperada elección.

Juega conmigo. Seamos niños otra vez. Volvamos a donde el mundo era mágico y todo podía cambiar con un parpadear. Nuestro, tuyo, mío, de quién sabe quien. Y así veremos si en tu rostro se dibuja una sonrisa, si mis ojos dejan de humedecerse rápidamente, si las vueltas de la vida toman un sereno sendero de amistad con el destino, y si, sobre todo, podemos descubrir otro camino para seguir construyendo una verdad: nuestra verdad.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Letras del viento


Palabras al viento,
en el aire están.

Busca la rima,
la cima allí está

Conseguir la meta
en la prosa de vivir

Ser igual al viento
que sopla en la tempestad

Encuentra mis letras,
no hay frialdad

Ser en la naturaleza,
leer en donde parece no haber
color

sábado, 18 de septiembre de 2010

El frío me quemó el alma


¿Quién puso esta bolsa de cemento sobre mi pecho? Hoy casi fragua sobre mi a causa del llanto que pudo ser contenido, pero no por eso ignorado. Me ahogué. No pude seguir cantando, privado de mi propia voz.

Tuve que salir casi espantado por la angustia contenida en un suspiro que no fue interminable. Cortado. Necesitado de contención mental. Obviamente, fallé en mi intento por brindar cosa semejante.

Pero el sonido de una cuerda puede cambiar el mundo, mi mundo, por lo menos. Aún así, no pude escuchar, no pude hablar. Las manos en la cabeza, las piernas con ganas de patear el penal más fuerte de la historia. Los dedos entre los cabellos, rascando, buscando donde está el problema. Es mucho más profundo. ¿Qué tan profundo queda el corazón?

Entre la ciclotimia de la revolución interna de los sentimientos, queda el vaso, medio lleno, medio vacío… pero vaso, al fin. Es una especie de vivir entre las junglas húmedas y espesas, no poder mirar alrededor sin correr el riesgo de caer en el apetito voraz de uno mismo, y bajar hasta el fondo para salvarse y salir de un solo saque.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Desde afuera, me ven


En la esfera soy la parte más al borde, que se estrella contra todo y rebota en la mirada ajena.

Voy y vuelvo, soy propio y soy de nadie.

Querer gritar al viento que existo y perderme en la soledad de un ermitaño de sillón.

Va más allá de la dicotomía del ser o no ser…

Se que soy, pero quiero saber quién soy para los otros.

La mirada me deja trunco frente al espejo que me muestra difuso.

Enriquecido y empobrecido por mi lenguaje, por el de los demás y por el de todos.

Qué dirán, qué serán…

Me muero en la nostalgia por lo que nunca voy a ser.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Mi verde y dorado

Dale Play a este video y a leer

Colgué
Giré una vez
Nunca me detuve
Quise frenar
Caí

Fui
Terminé todo
No llegué a concretar
Me sentí solo
Lloré

Mentí
Fui nada
Fui más que todo
Fui amor
Odio

Y encontré en mi ciencia la sangre
Y encontré en mi amor la verdad
Sólo que nunca pude volver a encontrar…
Mi voz

Curé
El tiempo
Sufrí más de la cuenta
Sentí poco
Herí

Nací
Caminé
Llegué al abismo
Era tarde
Morí

Hoy
Mañana
Cuando sea
Ojalá
Ya

Y encontré en mi ciencia la sangre
Y encontré en mi amor la verdad
Sólo que nunca pude volver a encontrar…
Mi voz

martes, 7 de septiembre de 2010

La creación y la duda


Centro adentro de la diversificación del camino colectivo se esconde la manera de unir los tejidos vivos de la madeja del instinto de supervivencia. Creando y craneando al monstruo colaborativo de la voluntad humana, fuera de los límites alcanzados por la autoridad que germina en el extinto sabor de la victoria en mano ajena.

¿Será la unión de lo desconocido en un cuerpo multiforme que, aunque opaco, se construye como uno frente a sí mismo y los demás, lo que permite ahora que el panóptico de la vigilia busque imponerse en tierras firmes? Alzar la voz al desconocido que amalgama y destruir la imposición de la omnipresencia implícitamente incoherente, puede ser la acción más noble. O tal vez un caso Kamikaze.

Nadando en los ríos de la sobriedad, el esfuerzo se transforma en aluvión, en río crecido, en volcán en erupción. Volver atrás tras el fenómeno, es nadar contra la caída de la catarata de plomo que vive en la resignación y el miedo.

Identidad nunca robada, reinventada… reencontrada en el caos de la desesperación por ser quien nunca escuchará más allá de lo que sucede fuera del tímpano de su egoísmo.

viernes, 23 de julio de 2010

¿Estación o terminal?


En otoño las hojas vuelan en el viento.

Suspendidas.

Caen en invierno y se enfrian al tocar el suelo.

Primavera... despertá

miércoles, 21 de julio de 2010

Enemigo invisible

Tiempo que es todo,
Tiempo que es nada,
Todo que es tiempo
Nada que es tiempo

Miro al tiempo
Tiempo fugaz
Sobras de tiempo
Tiempo vital

Se me va el tiempo
Nunca está acá
Siempre que pasa
Lo temprano no está

Vivo corriendo
El tiempo acelera
Voy caminando
El tiempo mató

Muere en las olas
El tiempo feroz
Rompe la calma
El tiempo voraz

Muero con tiempo
Tiempos de paz
Miembros del mundo
Pasillos de más

Soy. Eres. Somos.
Seremos. Seríamos.
Podríamos ser.
Pasan segundos...

me erizan la piel

lunes, 19 de julio de 2010

Todas imágenes de piedra


En la distancia de lo incomprendido. Cuida el tempo, ¾ no más, ni menos… Sólo dejame entrar a decir que algo está cambiando, no se qué es. La vida se infiltra en un rendija oscura que de a poco ve la luz. El sol se esconde tras la nube y sale otra vez. ¿Nos engaña, o nos muestra que el camino no es sencillo?

Ya nada pasa por acá. El río no está seco, pero tal vez su agua de tan calma parezca inmóvil. Mi pensar se desvanece, ahora ya no siente más que un palpitar que no se a qué refiere. Pucha ¿esto es estar vivo?

Válgame! ¿Qué paso en este lugar? Me fui unos minutos a respirar un poco de aire puro y me encuentro con las tablas del escenario dadas vueltas. Soy espectador y soy actor… pero no soy vouyer.

Mi cuerpo es uno más, mi mente se desvaneció en un recuerdo de lo que no fue. Mi realidad, como tantas otras, pertenece sin pertenecer. Pero, por lo menos, se que existe.

miércoles, 14 de julio de 2010

Allá estoy. Con vos

Recomiendo darle Play al audio y luego empezar a leer el texto. Así fue como nació.


Aire. Estoy sentado en tu cerro de piedra. Mirando el esplendor de tu paisaje, mientras siento que nada falta alrededor. Vuelvo a ver. Es verdad, allí estás. Horizonte mío, ahora también sos nuestro.

Se me agrandan los pulmones de respirarte. Tan puro. Mi espejo ya no me deja verme, ahora te refleja a vos. Mi corazón se fue solo en la inmensidad de tu esplendor.

Soy sólo piedra, nada más, nada menos. Soy lo que refleja tu luz, siete colores, mi amor y la flor. Me acompaña tu viento y me abraza quien me da calor.

Caer ya no importa si estoy allá, en el lugar que me hace renacer. En donde mi alma encontró refugio, y al parecer en donde también decidió quedarse.

Voy a volver. Quiero volver. Allá estoy. Con vos. Con mi amor. Y no importa si el viento es frío, porque mi espíritu se volvió uno con tu naturaleza, y no está solo.

Miro hacia arriba y nunca termina tu inmenso horizonte, que se desvanece como una cuerda que poco a poco va dejando de sonar.

sábado, 10 de julio de 2010

Origen de la sombra

¿Guardará, acaso, el cuerpo la memoria de nuestra tierra? Escuchando el sonido del erke lejano, pero que golpea fuerte en el espíritu. Desde el Norte baja pegando fuerte en la raíz. ¿De dónde soy? ¿Quién soy? ¿Soy guitarra, viento, sonido, flor? Mi mente se pierde en la inmensidad de un buscar eterno; en la esperanza de la paz interna.

Vivo armando de soledades una yunta de felicidades armónicas, y cuido que no roben mis sueños durante mi esplendor. Cuando los astros se ven unidos, se miran, nos hablan, buscan recuperar el tiempo perdido, distraído el Hombre que dejó de verlos. Conseguir de universo si quiera una estrella como guía, una luz como faro en la oscuridad del tiempo.

Sentir que la única compañía puede ser nadie, nada, eso que se busca pero al mismo tiempo no se quiere encontrar. Volver a nacer. Crecer entre el sembradío de la tierra. Cantarle a nuestro suelo que siga protegiéndonos. Pedirle a la Luna que ilumine una vez, o que se apague para ver a las lejanas estrellas que incluso han podido desaparecer.

En la mente las luces se prenden y apagan constantemente, sólo para indicarnos el camino de la razón. No obstante, el corazón no deja de latir nunca para demostrar que algo está dejando de ser, o bien que en el olvido las bondades quedan atrás. Ese sentimiento de vacío incomprendido, que se entiende en el encuentro de lo pasado, que se presenta como futuro desconocido.

Y en el sonido del mundo, perderse sin mirar la procedencia. Girar en torno a la inmensidad del paisaje que de tan propio parece ajeno. Y que por tan lejano se hace paraíso inalcanzable. Quiero que mi imaginación no se detenga nunca a pensar en mis palabras. Sino que el fluir de un sentimiento haga que mis dedos se muevan sobre mi guitarra.

jueves, 8 de julio de 2010

Refleja mi sol



Querer buscarte en el olvido
poder amar al infinito

Mirar más allá del horizonte
girar una vez más la rueda

Sembrar de colores mis raíces
cultivar en secreto mis pasiones

Siento que caigo, hablo de vos
espejo de agua, refleja mi sol

Gritar al viento fuerte
soplar sin mover nada

Sentir placer contigo
amanecer y ser eterno

Morir queriendo ser libre
amar a lo que se hizo ya invisible

Siento que caigo, hablo de vos
espejo de agua, refleja mi sol

lunes, 5 de abril de 2010

Buscando respuestas. Demasiadas preguntas

Si diría que fue una escapada estaría aceptando que no soy libre; aunque, tal vez, algo de cierto haya en esa afirmación. El puntapié inicial: una muestra de identificación musical, una armonía inmensa de acordes que la memoria se encargará de hacer eternos, y eso que uno busca, aún cuando se resigna a pensar que es imposible.

Muerte de mente para ser feliz. El sacrificio insólito para lograr que algo se transforme en mágico y consolarnos con la fugaz fotografía de lo inhóspito, lejano y propio. Una conjunción de caminos recorridos y por recorrer, una mezcla entre pasados y futuros; compartir, soñar, desear y, sobre todas las cosas, vivir.


Busco un lugar en donde caer. Busco. Espero. Sólo el alma dirá a su debido momento dónde se quedará por siempre y para siempre. Mientras tanto, la formulación de preguntas subyace a cada color, a cada brisa. Y a medida que se amplían las fronteras del territorio de nuestro pensar y conocer, aparecen respuestas inexplicables sobre la manera íntima de vivir la propia vida.

Siento que al perderme en la inmensidad de una grieta de montaña, bajo el manto del silencio que cubre los picos pardos de las alturas, me siento libre, y entiendo que el pasado es algo que no cambia, y también que el futuro puede no ser sólo destino. Mi corazón grita muy fuerte en el lugar más callado, quiere escaparse del cuerpo y decirle al mundo que existe; en ese lugar donde todo es posible.


Lo místico de un viaje, la corazonada de algo que es mejor que lo soñado, la experiencia, el vivir, algo que nadie puede quitarnos. Conocí parte del cielo y del paraíso terrenal, y un desierto de pureza, que esconde en su interior la labor de la humildad, la sencillez y la importancia de conocer lo natural.

Aún así es difícil liberar los hombros que día a día cargan con el gran peso de un reloj a mil por hora, que nos recuerda todo el tiempo que ya llegamos tarde, que tenemos un valor por cada minuto que pasa, y que no valemos más que un segundo más en su ritmo habitual. A cada paso miro hacia mi norte, el viento, y quiero llorar de felicidad por tener la posibilidad de crear mi mundo y de vivirlo junto a quienes realmente hacen que exista.

Mi amor se extiende a lo desconocido, a lo insólito e inhóspito, pero se esconde tras la rutina de un accionar que encarcela el alma y la vuelve un producto de la industria de la materialidad. “Usted es libre”, la prisión, la verdad, la elección.

viernes, 26 de marzo de 2010

Casi veintiún horas de anonimato

Con la inercia de un mes complicado, finalmente, Jujuy es una realidad. Sentado en un sillón del Club Hostel de San Salvador, hago un repaso por las casi veintiún horas de viaje, veintiún horas de ser un anónimo, junto a otros anónimos.

Desde el inicio, cuando uno ocupa un lugar en el transporte que te llevará al lugar que te transporta, se ven tantas cosas y todo lo que uno prevé puede cambiar. En primer lugar, quiero comentar la experiencia de hablar con un santiagueño que vive en Laferrere desde hace más de 21 años, pero que cuando puede se hace una escapada larga para visitar aquellos pagos que lo vieron crecer. El problema es que el cuerpo va tomando su propia pertenencia. Ya no le es lo mismo el calor, el clima, la rutina de la provincia natal. Simpleza, lo único que necesita el Hombre para poder estar bien con sí mismo y los demás.

Según él, en Santiago a uno pueden engañarlo con el clima. “Siempre dicen que hacen menos calor”. Una anécdota para hacer referencia a esa estrategia: En el campo, los peones limpiaron un disco de arado y luego de dejarlo al sol radiante por un rato, rompieron un huevo sobre éste. Así el huevo terminó cocinándose al calor del sol sobre la placa metálica.

Luego, apareció la masajista, también santiagueña, una mujer que en sus ratos libres se sumaba a proyectos de radio. Con un hijo músico, obviamente le llamó la atención mi guitarra y también mis gustos musicales. “Al folclore hay que respetarlo” le contesté. No se puede hacer un tributo barato a la Madre Tierra.

La historia más emocionante apareció casi al final, pasando Santiago del Estero. Este anónimo dejó de serlo, así que por respeto no la nombraré. La Cabo primero y técnica electromecánica resultó ser abuela. Dos hijos, la menor ya cuenta con una primogénita de un año y medio, que la transformó en abuela a los 39. Dato de color: durante el almuerzo que compartimos, quién sabe donde, pero seguro que antes de salir de Santiago, me confesó que aunque parezca raro, a pesar de ser hija de Desaparecidos, eligió la carrera de militar.

Posee un entrenamiento que a muchos nos asombraría que estuvieran aprobados, aunque en la actualidad los Derechos Humanos hicieron que bajara el nivel de exigencia en el entrenamiento pero “dejando a los más jóvenes menos entrenados de llegar a presentarse algún conflicto”. Le pregunté qué tan posible es que surja un enfrentamiento bélico en el país y aseguró que la escasez de agua es un tópico que tarde o temprano pondrá cara a cara a las fuerzas argentinas con las estadounidenses.

Este post no tiene nada de especial, sino que funciona sólo como una recopilación de acontecimientos que uno puede reunir desde el anonimato, durante casi veintiún horas de viaje.

viernes, 12 de marzo de 2010

Caída libre

Quiera el mundo que sea lo inesperado mi destino. Para vivir en la fuerza de la sorpresa y terminar siendo lo indescriptible, lo ilógico, lo incoherente. Aún el terreno celestial busca una respuesta en lo terrenal, y eso deja entrever que hay algo de real en el otro mundo.

Mis palabras en el viento se pierden, no pueden salir de mi boca. No puedo coordinar una oración simple, no soy quien era, si es que acaso alguien era antes. La mordaza de la resignación, la censura de una pálida mirada frente a la brillante luz que me encandila sin cesar.

Miro al sol en mi reflejo. La luz me envuelve en remolinos. Quiero escapar, no ser, existir, morir, vivir, sonreír y caer en brazos de un amor que, aunque sin rostro, se vuelve lecho, pesebre, y mar.

Una ola intensa de inmensidad. Un eterno resplandor en mi cabeza. Saltar al vacío y descubrir que no estaba solo; y aún así, saber que no puedo regresar. Las alturas de un abismo incontenible de silencio, y caída libre en la memoria de lo que nunca pude percibir.

jueves, 25 de febrero de 2010

Oximorón

"Aquella rosa, que no era rosa, justificaba lo injustificable, hacía verdad a la mentira. Cómplice de lujuria, amor, engaño y soledad. Instrumento constructor construido, creando un mundo que se desvanece... en el recuerdo"

(Con)fusión

Soy víctima del amor sin rostro
de una imago de felicidad
que refleja, día a día, mi soledad.
Celoso de aquel que adquiere palabras
que hacen notar esta falta.

Espero en una desesperación
que, en vaivén, dibuja rostros
dibuja, completando una secuencia:
infeliz, conoce, completa y comparte,
ama y es feliz.

Restituye infinitamente la primera
se conforma al confundir los siguientes tres con Eros
y el nirvana, se imagina,
en cada sueño, en cada parpadeo.

Con un aroma, que es su aroma
con un rostro que mira y no comprende
todo eso que mi observar pretende.
Sobre este, mi amor se funde con el suyo,
queriendo llegar hasta la muerte.

viernes, 12 de febrero de 2010

Viaje, amor, sentido y corazón

Barajando el destino. Quién sabe donde se encontrará el lugar ideal, aquel que nos permitirá recorrer nuevos caminos, esos que nadie nunca se atrevió ni siquiera a pisar, y mirar al cielo, sentir la brisa y morir en paz. Tal vez sean varios los que cumplan los requisitos y aún así siempre se podrá elegir entre el montón, sólo porque el cuerpo descansará mejor en alguno de ellos.

Intento recordar un viaje en el que el calor del sol y la amistad se unieron para darme lo mejor de cada uno de esos sitios en donde podría vivir y perecer sin pensarlo dos veces. Intento no olvidar. En la altura de la gran montaña sudamericana, en el espejo de un embalse quieto entre las sierras puntanas de oro, en el valle, en la luz.

Buscar las palabras justas se hace cada vez más complicado, mi alfabeto se reduce y siento que no es suficiente para abarcar mis sensaciones. Pero en las voces ajenas, que pertenecen a esta, la misma tierra a la que creo no saber pisar ni rendir tributo, se puede encontrar aquello que el corazón todavía no aprendió a decir:

“Este paisaje superó en belleza y en misterio mis condiciones de músico y compositor. Superó en belleza y en sugestiones a mis condiciones, que no son muy vastas. Hay en mí una orfandad de profundos conocimientos. No así de anhelos, que son infinitos”.

Quién soy yo, acaso, para quitar del universo aquellas letras que sirvan para explicar algo indescriptible. Puedo sentir y ver, puedo oír y perderme en el aroma de las flores, pero como en su canción se aprecia “lo que d´entra en la cabeza, de la cabeza se va. Lo que d´entra al corazón se queda y no se va más”, “porque al corazón sólo le d´entra la pura verdad”. Palabrita y yo.

Enraizar mi canto, ese que aún no encuentra su voz, tal vez por querer ser ajeno a lo que da el esplendor. Aquella tierra misteriosa, que habla constantemente, que muestra su idioma al mundo que pisa su extensión, pero este no siempre es escuchado, sólo por no tener abierto el corazón.

Y pensar en que el paisaje es eterno y que las paradas limitadas pueden convertirse en eternas me hace soñar que aún soy sólo un pequeño en el universo, jugando en la arena, recogiendo una piedra del río, cometiendo mi pecado frente al curso de lo natural, y perdiéndome a la vez en mi imaginario de lo silvestre, sin apreciar lo verdadero, lo real.

Mi canción es mi llanto, mi pena y mi alegría. Mi viaje es la búsqueda por el sentido de cada uno de esos estados. Y crecer, vivir, ser yo, ser multitud y ser soledad.

lunes, 1 de febrero de 2010

Amor, sentido sentimiento

Cuando el amor aparece se transforma en algo más que todos los sentidos juntos

Nos deja ver en sus ojos los colores más hermosos

Nos deja oír de su boca la melodía más dulce

Nos deja degustar el sabor más dulce de su beso

Nos deja oler el perfume más precioso de su cuerpo

Y también acariciar la más suave piel

Pero lo mejor de todo es que cuando aparece, el tiempo desaparece. Ése sólo se hace presente cuando termina, porque, mientras existe, todo es eterno.

viernes, 8 de enero de 2010

A esos locos que inventaron el destino


...cómo explicar lo que no puede más que sentirse,
cómo decir todo aquello que solemos callar.

A esos locos que inventaron el destino,
que a cada paso te hace temer,
te hace trastabillar.

A esos locos que inventaron el futuro,
para tener una meta,
para tener un hogar.

Para aquellos, piantaos, que desde una ventana abierta
trajeron la amistad, para vivirla y para soñarla

Piantaos que aún en lo malevo,
a veces sueltan lagrimones.

Sobre la vida de lo indescifrable, de lo que no se dice
del pasado oculto, de la verdad hecha realidad

A esos locos que inventaron el amor,
que nunca muere,
que siempre hace vivir,

y que regresa cada vez más fuerte.

No es memoria, no es deseo. No es puro corazón, ni miedo.

A esos locos, piantaos, que inventaron todo esto,
y no dejaron claro cómo usarlo
cómo vivirlo.

Sólo enseñaron a amarlo en su misterio...

LkS

Esxs que andan por ahí

esto lo leí en un librito que compré en el parque centenario el otro día a un poeta de esos que te vienen a buscar...

sólo voy a hacer hincapié en una frase:

yo tenía la idea de dejar mi corazón en reposo durante algún tiempo

el resto del poema, aunque bello, se acerca a lo cotidiano y a la vulgaridad que va del amor ideal al amor carnal... no quiero escribirlo.

Creo que rescato esa primera parte. Dejar el corazón en resposo... para que no duela, para que no sienta, para no sentir de más, o de menos...

dejarlo sobre la mesa de luz y volver a buscarlo una mañana, en la que se te cruza por delante aquella luz que sabés que te despertará todas las mañanas...

Delirio, sube la fiebre....

Saludos

LkS

Viaje pesado

Deseo un viaje hacer,
como el del elefante aquel
que su nombre dejó de ser.
Que de Dios a Universal
pasó a rumbo bajo sobre la tormenta,
Que de lo cotidiano hace la vida,
que de la vida hace el milagro.

Deseo un viaje hacer,
como el del elefante aquel
que con rumbo pero sin orientación siguió.
Don Desconocido, Don Único
a paso lento sobre los tiempos de la indiferencia.
Aquel que de lo cotidiano hace la vida,
y que de la vida hace el milagro.

Deseo un viaje hacer,
como el del elefante aquel,
que como en mis sueños,
acabó llegando
a donde lo esperaban.

LkS


Inspirado en "El viaje del elefante" de José Saramago.

jueves, 7 de enero de 2010

Por aquí, por allá, tal vez haya alguna respuesta


Vive siempre como quieras vivir. Entre acordes de raíces, entre la mirada del pasado y una inquietante presencia de lo acontecido, estoy, sin rumbo, por el camino de la vigilia de lo invisible. Quiero entender que a veces las cosas no salen como uno quiere, pero también que es la propia responsabilidad la que hace, en parte, que se concrete lo imaginado.

Pero quiero imaginar algo fuera de la luz azul de la melancolía. No de la tristeza, no me refiero a eso. Luz azul, un concepto que suena tan bien cuando se lo menciona en inglés pero que pierde sentido en el español, o mejor dicho se le atribuye uno fuera de los premeditados. La melancolía de una luz azul es la misma paz, el mismo estado de reflexión y de estado puro al mismo tiempo, es cuando todo tiene sentido, con todas las preguntas incluidas, pasadas, futuras, holísticas, insignificantes, un todo y la misma nada.

Pensar que todo puede perder la atracción y dejar de ser parte nuestro conocimiento, por anticuado, por incomprensible, por contemporáneo o sólo por recuerdo. Así pasado un determinado tiempo todo lo que alguna vez fue importante, ya no tiene ese lugar reservado en la memoria, que parecía tan especial y ahora ni siquiera se sabe donde está.

Párrafos sueltos. Palabras al viento. Una vez escribí algo que no pudo ser canción aún: quiero gritar al viento cosas que no puedo pronunciar, el fuego dejó cenizas que ahora ocupan un lugar. Si bien se trató de una frase surgida de la misma nada, cuando uno se deja llevar y los dedos aprietan una letra seguida de otra en el teclado aparecen las relaciones místicas, el olvido se hace presente para ser recordado.

Es el soplar de una leve brisa sobre el rostro, o también sobre el empeine del pie a la orilla del mar, pisando la arena mojada que se hunde con nuestro peso al sentir el pasar de una ola ya sin fuerza, el que nos da la libertad. No nos quita el tiempo porque no existe. No nos quita nada porque ya tenemos todo.