domingo, 14 de octubre de 2012

Abrir la puerta




En algún momento tenemos que volver, tenemos que volver a encontrar el momento de jugar, de divertirnos haciendo ejercicio con nuestra imaginación… dejar que las cosas sean todo lo que queremos que sean. Imaginar un mundo sin peros, sin negaciones, un mundo que se multiplica en la complementariedad del otro, en todo lo que nos puede sumar y enriquecer.

No nos damos cuenta del tiempo que pasamos quietos hasta que empezamos a movernos. El cuerpo pesado nos pide que no demos un paso más, que no sigamos con esta novedad. ¿Acaso habrá perdido la memoria? ¿Acaso se olvidó de lo que es jugar? Quitarle las amarras y devolverle la memoria no es tarea fácil, pero no es imposible si uno aprende a compartir otra vez.

La alegría de compartir nos devuelve la mirada, nos permite volver a soñar despiertos y creer que mientras que estemos juntos todo sueño puede convertirse en realidad. Corremos, caminamos, saltamos, nos volvemos uno, nos unimos en el decir y dejamos de ser sólo un yo, para ser un nosotros.

Volvimos a sentir que estamos vivos, y que alguien nos abrió la puerta para salir a jugar.

lunes, 8 de octubre de 2012

Peligro. Soledad




¿Somos acaso jinetes de las tempestades, galopando frente a la adversidad del tiempo, que se interpone en el camino y nos obliga a esperar el momento divino? Seremos, tal vez, algo similar al viento. Pero qué tempestades son las que inundan el camino con las dudas, con el desenfreno de una oscuridad sin salida, un callejón tan largo que se resume en la eternidad del exilio. Vuelvo a pensar, una y otra vez, y cada vez me convenzo más de que hoy el peligro no es la oscuridad, sino la soledad. Que parece tan fría y oscura como la misma desesperación de quien se asfixia, o de quien entre aguas se encuentra sin poder salir a ver el sol.

Cuidado, no cometas una vez más el mismo error. No vuelvas a perder la calma en ese intento de mentirte. Sabés que la luz no está en esa dirección, no intentes avanzar para caer en el abismo, no trates de llamar a los fantasmas, no hagas que el único camino sea el incorrecto. No es más fácil, a la larga se convierte en lo más difícil. En esa forma de ocultar las profundidades de tu ser, de tu pesar y de tu sentir.

Para qué, entonces… el pasado nos remueve la cenizas y el fuego parece revivir o será tan sólo un holograma que quema las esperanzas. Los colores, qué son, las alegrías, para qué. Si la oscuridad no se enciende para ver que hay más allí donde se pisa, donde se vive, donde se respira. Aire frío que congela oportunidades, destinos que parecen estar marcados en el fracaso, en el infinito no ser.

No quiero volver a pensar. No quiero volver a intentar lo imposible. Pero soy terco, estoy convencido de un camino, que aunque con piedras me hace sentir que en algún momento me ofrecerá un paraíso indescriptible, inacabable. Y tal vez no exista tal cosa, pero ya es una realidad en mi espíritu, y quién sabrá en donde vive mi esperanza, porque en él reposan ya todas mis preguntas.

lunes, 1 de octubre de 2012

En busca de preguntas


Muchos dicen querer irse buscando respuestas. Pero yo no me iría para encontrar ese tipo de cosas. Me gustaría irme y encontrar nuevas preguntas. Dejar de pensar una y otra vez en las mismas cosas, de la misma manera, en los mismos problemas… encontrar un mirar diferente que traiga consigo la novedad de lo que ya está cerca.

Quiero descubrir que mis vueltas en vano pueden convertirse en una brisa remolona que despierte las mañanas de algún alma, que me mire sonriente desde el otro lado de la luna. Luna llena de esperanzas. Luna nueva de emociones y encuentros inocentes que guardan en secreto palabras salvadoras.

Y mientras camino en tus calles, cada vez encuentro más caos, me pierdo tratando de ver, me pierdo tratando de buscar la salida. El sueño es infinito, no puedo despertar, es una pesadilla eterna, sin aire ni luz. La oscuridad invade todo, lo apaga todo. Nada parece ser vivo, ser cuerdo, ser coherente ni eterno.

Por eso buscaré otras preguntas. Transformaré la oscuridad en luz y verás que a tu alrededor la calma puede ser parte de un gran río que cruza por tus pies. Te lleva, te arrastra, te quita todo, te lo da todo. Nadaré en este río, a veces contra la corriente y otras a favor. Pero es mi río. Es el fluir de mis preguntas el que me dará la dirección correcta en cada momento. Y mientras tanto, mis brazos intentarán parecer algo diferente a un manotazo de ahogado.