domingo, 24 de febrero de 2013

Sueño, realidad y fantasía


Ayer soñé que era un actor. Aunque pienso que uno en sus sueños siempre es un actor de su inconsciente, de eso a lo que los que hablamos sin pensar demasiado llamamos inconsciente, tal vez sólo por inconscientes. La cuestión es que en el sueño yo era un actor. Algo había pasado en el sueño anterior que le daba sentido a la escena, pero ya no tiene sentido ahora. Tenía que interpretar a alguien que debía besar a una bella dama cuyo rostro se borró en la mañana. Lo hice, la besé. Y todo se envolvió en la ficción, nos transportó al mundo de lo imposible que sucede frente a nosotros, que nos muestra de lo que somos posibles cuando simulamos. Pero qué somos, quiénes somos en esta simulación que usamos de pantalla para ser en la ficción. Cómo construimos el personaje que somos en los sueños, más allá de las condensaciones, superposiciones y traslaciones.

En el beso se confundió el mundo. Ya no era yo, ni era el actor amante. Era el amante. La historia sucedía, no tenía destino ni pasado. Todo lo que tenía estaba conmigo y dependía de que me figurara ser quien yo deseara. Olvidé por momentos la realidad y la ficción se me hizo carne. Hasta dónde se puede llegar investido de relato cuando el otro está en el mundo, su real no es el mismo, participan de la misma ficción pero es diferente para ambos. Y qué sucede cuando el círculo se rompe, cuando la escena termina. Dónde está mi mundo, mi amante, dónde está mi poder de crear la historia. Se esfumó. Será tal vez que queda oculto tras el manto de lo que llamamos realidad. O queremos ocultarlo junto con nuestros deseos y pasiones, nuestras ganas de confundir nuestra identidad, vaciarla de sentido, de imagen.

Eso pienso al salir de la escena. Mi femme me mira y no sabe si fui yo el que protagonizó la escena o era alguien más. Y yo caigo en la cuenta que es un sueño, ya estoy por despertarme y pienso, “quién soy yo” si no soy el actor, la ficción ni el sueño. Ya me despierto y pienso en esa canción que siempre vuelve “no soy actor de lo que fui”. Pero qué soy, entonces, si soy soñado e inventado en el sueño tan solo como un actor que se pierde en su ficción.

Me inventaré
cada noche y cada día
Y me perderé
en cada fantasía

Romperé el pasado
en cada viento
Y borraré lo amado
no te miento

Me volveré
a tus sueños y avaricia
Y me caeré
con cada caricia

Romperé el hielo
que entre nosotros
borró del cielo
nuestros rostros