lunes, 5 de abril de 2010

Buscando respuestas. Demasiadas preguntas

Si diría que fue una escapada estaría aceptando que no soy libre; aunque, tal vez, algo de cierto haya en esa afirmación. El puntapié inicial: una muestra de identificación musical, una armonía inmensa de acordes que la memoria se encargará de hacer eternos, y eso que uno busca, aún cuando se resigna a pensar que es imposible.

Muerte de mente para ser feliz. El sacrificio insólito para lograr que algo se transforme en mágico y consolarnos con la fugaz fotografía de lo inhóspito, lejano y propio. Una conjunción de caminos recorridos y por recorrer, una mezcla entre pasados y futuros; compartir, soñar, desear y, sobre todas las cosas, vivir.


Busco un lugar en donde caer. Busco. Espero. Sólo el alma dirá a su debido momento dónde se quedará por siempre y para siempre. Mientras tanto, la formulación de preguntas subyace a cada color, a cada brisa. Y a medida que se amplían las fronteras del territorio de nuestro pensar y conocer, aparecen respuestas inexplicables sobre la manera íntima de vivir la propia vida.

Siento que al perderme en la inmensidad de una grieta de montaña, bajo el manto del silencio que cubre los picos pardos de las alturas, me siento libre, y entiendo que el pasado es algo que no cambia, y también que el futuro puede no ser sólo destino. Mi corazón grita muy fuerte en el lugar más callado, quiere escaparse del cuerpo y decirle al mundo que existe; en ese lugar donde todo es posible.


Lo místico de un viaje, la corazonada de algo que es mejor que lo soñado, la experiencia, el vivir, algo que nadie puede quitarnos. Conocí parte del cielo y del paraíso terrenal, y un desierto de pureza, que esconde en su interior la labor de la humildad, la sencillez y la importancia de conocer lo natural.

Aún así es difícil liberar los hombros que día a día cargan con el gran peso de un reloj a mil por hora, que nos recuerda todo el tiempo que ya llegamos tarde, que tenemos un valor por cada minuto que pasa, y que no valemos más que un segundo más en su ritmo habitual. A cada paso miro hacia mi norte, el viento, y quiero llorar de felicidad por tener la posibilidad de crear mi mundo y de vivirlo junto a quienes realmente hacen que exista.

Mi amor se extiende a lo desconocido, a lo insólito e inhóspito, pero se esconde tras la rutina de un accionar que encarcela el alma y la vuelve un producto de la industria de la materialidad. “Usted es libre”, la prisión, la verdad, la elección.