lunes, 23 de mayo de 2011

Todos iguales, todos diferentes



Unos tras otros, unos sobre otros. Encajados en un torbellino al cielo, en el que las letras no tienen idioma, donde lo literario se vuelve espuma y se asemeja a las nubes. Suben, bajan, protegidas de la tempestad, letras que se pierden y se vuelven a encontrar, desvanecidas, en el universo. Se rebelan ante la imposición de lo letrado, de la unificación de los criterios que buscan homogeneizar la expresión de sus almas literatas.

Y en el sin fin de una palabra, de un sonido vuelto tinta, aparece quien reúne el castigo divino en propuesta multicultural de la diversidad antropológica como naturaleza humana. Y no queda más que ver, ni pensar. Todos iguales, todos diferentes.

lunes, 2 de mayo de 2011

Entre sensaciones, miradas y tiempos


Sí. Uno puede estar a punto de perder la Fe. Palabras extrañas si las hay. Seremos entonces seres creados a imagen y semejanza de algo invisible, que ni aún siendo Creador puede contra lo que parece ser una propensión natural a la autodestrucción de la especie. Yo elijo que mueras, como tú elegiste que todos los demás no valían lo suficiente como para estar en este mundo. Son iguales. Mediocres pensamientos. Inteligencias que dicen ver más allá, que llevan mensajes de paz y de estabilidad, pero que para que esos estados sean realidad requieren de la exuberante violencia del ser.

Y en el medio de la hipocresía humana, se esconden las doradas, ya no tan verdes, hojas del otoño en los poblados de donde la paz aparenta ser posible. Y de vuelta siento venir ese pensamiento de Fe. Fe en que los que rodean el aura agotada de haber estado lejos, y que busca restablecer su energía nutriéndose de la génesis, restauren ese orden que se creía perdido en las vías muertas de un tren que ya cambió su rumbo.

Mientras, en los viejos parajes el viento sopló tan fuerte que el dorado de las copas llegó a alfombrar el piso y las calles se transformaron en oro. Pero si es oro en lo que se convirtió, y es oro parte de eso que nos lleva a la avaricia, al egoísmo y a la deshumanización de la vida, no quiero caminar por sus calles. No quiero evadir más el crimen, ni ser víctima de quien busca quitar al otro lo que no tiene, aún, a veces ignorando que son hermanos, si es que el parentesco puede ser sinónimo hoy de solidaridad y unión.

La solución parece estar en la creación misma, en el avance progresivo del trabajo para luego llegar al descanso. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y cayó en el recargo de energía. Pero si desde el inicio de la vida el tiempo ya estaba allí, antes que el mismo Creador fuera inventado como tal a ojos de su creación, qué es lo que debemos esperar que pase. ¿Una epifanía, un develamiento de la Verdad?

Sabemos que en la duración de nuestra corta existencia hay demasiadas cosas para recordar, demasiadas personas, demasiados sentimientos y sentidos, pero como sucede en los sueños, qué pasaría si los tiempos se cruzaran, si la rutina fuera encontrarse con uno mismo, con sus seres queridos en diferentes momentos de la biografía. No me atrevo a afirmar que las redes se mantendrían inmodificables, y que a lo sumo irían in crescendo, sino, por el contrario, que el replanteo de los diferentes por qué de esas modificaciones, que en muchos casos vienen signadas por remordimientos, por malas decisiones, y otras, simplemente, por la distancia. La distancia entendida como empatía, sin estar atada a la consideración métrica y física del asunto.

Quien fuera entonces el mejor descifrador de códigos del alma de ese otro cercano, se puede transformar de pronto en alguien inabarcable, incomprensible, una hoja en blanco imposible de leer. Tal vez aquí, como en algún cuento de Borges, sean las letras correspondientes al tiempo que ha cambiado, la razón por la cual no se ve nada en ese papel que parece estar blanco ante unos ojos y ser elemento revelador del mundo ante quien vive contemporáneo, empático, con su entorno sígnico. No puedo ver. No hace falta ver. No puedo oír. No hace falta oír. No puedo hablar. No hace falta hablar. No puedo sentir. Estás muerto.

Y la salvación está dentro, pero asimilando el afuera. De alguna mágica manera, sin creer en la magia como algo que escapa a la construcción de un sentido humano, encontrar el sendero hacia la propia naturaleza, que parece haber sido alguna vez arrebatada del lecho materno para ser entregada al mundo de la guerra. Espero entonces no ser la guerra.

¿En dónde queda la Fe en este paisaje? Volando lejos un cóndor mostró su libertad en las alturas. La Fe no dice en qué creer para ser libre, no dice dónde ir para ser libre, no dice cómo hacer para ser libre. Es casi como una pseudo meta hacia un paso más acantilado, vertiginoso, que no siempre se está en condiciones de dar.

... y ante todo el amor no se cae. Se hace pedazos