lunes, 4 de octubre de 2010

En el camino invisible


“Si lo cuentas no se cumple el deseo”, dice Fito en Es sólo una cuestión de actitud. Por otro lado, en Amapola del 66 de Divididos, se escucha “viejo cristal atrasando mi viaje”. Es un ida y vuelta, la mentira y la verdad. Cuánto hace falta para creer y hacer, y no sólo decir y esperar.

Vuelvo el tiempo atrás. Hace un par de meses estaba en la cima de la libertad, viendo a los cóndores pasar a miles de metros de altura sobre el nivel del mar. Ese mar que no te dice nada (NTVG). Buscando el cielo iban las aves, como mi ser, que intentaba resucitar.

La mirada de lo bello, eterno resplandor de un suspirar perdido en el horizonte. La posibilidad de acompañarte, y ser más que una historia perdida en el pasado que nunca fue. Y aunque el presente se pierde, diversificado en rostros y unificado en sentimiento, no me quiero volver a preguntar sobre el por qué. Sólo quiero saber cuánto falta para darme cuenta que es necesario ese cambio, y que no estoy simplemente sentado esperando.

Soy tu piedra en el camino, soy tu salvación a la monotonía. Soy más de lo que piensas, y no puedo darte todo lo que mereces. Así soy, ser incompleto, ser imperfecto, de ti depende completar el resto. Mayor a menor, menor a mayor, un vuelco de percepciones que juegan a completar la rueda de la inesperada elección.

Juega conmigo. Seamos niños otra vez. Volvamos a donde el mundo era mágico y todo podía cambiar con un parpadear. Nuestro, tuyo, mío, de quién sabe quien. Y así veremos si en tu rostro se dibuja una sonrisa, si mis ojos dejan de humedecerse rápidamente, si las vueltas de la vida toman un sereno sendero de amistad con el destino, y si, sobre todo, podemos descubrir otro camino para seguir construyendo una verdad: nuestra verdad.

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