Me pregunto en qué momento la magia termina. El enamoramiento de la novedad y la sorpresa, muchas veces termina fundiéndose en la rutina, y otras veces sólo se vuelve inexplicable el gusto que antaño deslumbró nuestro ser.
Volvió a ser la mirada cautiva del encantamiento, aquella que conquista con fijarse en estos ojos, la que me ayudó a dar cuenta de las vidas ocultas tras el manto de la neblina de la indiferencia.
Y cuando el amor del instante se acaba, llega el mito de lo que pudo haber sido. Del dulce recuerdo de la mentira imaginada, nostalgia de aquella luz que nunca se encendió en la noche estrellada y de luna nueva.
Contagiosa actitud frente al cambio, meticulosa forma de ver el mundo más allá de lo real. En el lampacear nocturno de los sueños fértiles de nuevas verdades, nacen las vueltas al maldito reloj de la cuenta regresiva del falaz paraíso de lo desconocido.