viernes, 8 de junio de 2007

La sociedad en la política del individualismo

Luego de haber publicado en un espacio personal el discurso que pronunció Rafael Videla el día 25 de mayo de 1976, en el que se hace referencia a “…dejar de ser anti, para empezar a ser, ser PRO, pro-argentinos” y habiéndolo relacionado directamente con el candidato a Jefe de Gobierno para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, recibí críticas acerca de que esta relación surgía de la deformación del concepto “pro” en la política de uno u otro personaje. Entiendo que fuera de contexto el término en si es el mismo pero no alcanza sólo con esto, si es que se quiere ser tomado en cuenta seriamente, para definir el por qué de una relación de esta índole.

El discurso de Videla, que apuntaba a que el pueblo de ese momento entendiera la posición benefactora que traía consigo el Proceso de Reorganización Nacional, usó palabras que se correspondieran con el ánimo de la gente, para que se identificaran, para que comprendieran los medios que iban a utilizar para cumplir con su propósito y, así, poder regresar la dirección a los sectores civiles. Refería a una sociedad que iba a progresar, hablaba de Progreso. Como todos ya sabemos, no fue así. Macri busca un significado similar, no desde un sector progresista (tal como se anuncia Jorge Telerman), si no desde un avance, un progreso que debe lograr la Capital, como inicio de un proyecto de progreso nacional. La comparación va más allá de los términos de igualdad, es imposible igualar con dos contextos tan diferentes entre si, no estamos en las mismas condiciones, por más que muchos anuncien lo contrario. Macri no se viste de militar para lograr sus objetivos, no tiene botas ni realiza un golpe de Estado pero la historia del mundo sabe que hasta los peores asesinos de la historia han sido electos de forma popular. El discurso del candidato del PRO, tiene una tendencia a generar el consenso de las masas para la utilización diversos instrumentos, procedimientos, leyes que permitan empezar a ocultar bajo la manga simples elementos de legal represión, sin preocuparse por problemas que son causa de aquellos conflictos que quiere solucionar. Ejemplifiquemos: Bancos de ADN para los violadores: sabemos perfectamente que hoy en día se utiliza un sistema de identificación vía huellas dactilares, este proyecto sería algo similar, remplazaría o complementaría al actual pero, pregunto ¿el problema está en la identificación o está en el por qué de la violación? es un problema que va más allá del acto y remite a la psiquis del que lo comete. No se puede hacer una campaña individual para lograr entrar los pensamientos de cada uno, pero si puede estudiarse qué factores causan este tipo de anormalidades o normalidades reprimidas y así conseguir un avance significativo en el asunto. Otro ejemplo: la imputabilidad de las personas a partir de los 14 años de edad: no se puede decir que hoy en día, cuando se presentan conflictos entre colegios, o menores que deben robar (porque fue lo único que se les enseñó a hacer) sumidos en la drogadicción, la adicción, la falta de abrigo, respeto, cuidado, alimento, vivienda, condiciones de vida digna, afirmemos que son delincuentes naturales que deben ser apresados y castigados. Los grupos de personas que se encuentran bajo el “nivel de pobreza” determinado por clases que no entienden dicha situación (no pretendo decir que yo la entienda, pero quiero mostrar la ambigüedad del término), son vistos como delincuentes (o como cualquier cosa que signifique ser menos que uno a los ojos de la “sociedad”), son desalojados de sus humildes viviendas como animales que ocupan el asiento de su dueño, parece que no se los tiene en cuenta como personas que sienten, que necesitan una ayuda más significativa, que necesitan tener las garantías que también les corresponden por ser ciudadanos (porque a la hora de votar, cada voto importa y, al parecer, somos sólo votos), en fin, necesitan, tienen necesidades, al igual que cualquier otra persona ubicada en cualquier posición de cualquier “clase social”, porque somos todos seres humanos.

Que se me acuse de pasivo, si se quiere, porque pienso que las soluciones inmediatas que se implementan no sirven, son extremos a corto plazo de un problema que no es el que corresponde tratar. Al que roba se lo condena, pero no se asegura que su reinserción en la “sociedad” sea diferente, entonces se lo apresará durante el resto de su vida cada vez que cumpla su condena, si es que no imponen la pena de muerte como solución (ironía).

Hablan de “soluciones” sin garantías, para ninguno, ni el “pobre” ni el “medio ni el “alto” tienen garantías suficientemente aseguradas para creer en nada, porque al “asesino” se lo apresa una vez que cometió algún delito, no antes. Entonces, tiene garantías aquel que no fue damnificado en eso ocasión.

Pero no quiero ser ingenuo y decir que esto es sólo obra de un partido político, porque no es cierto. Hoy día, se implementan este tipo de soluciones desde cualquier ámbito y creo que eso asusta a la sociedad, que sale a reclamar en las calles pero que, a la hora de generar un arreglo conformista, lo hace. La política de partidos, que se empujan poco a poco hacia un abismo, arrastran consigo a toda la sociedad, unos contra otros se olvidan de la función a cumplir. La forma representativa de la República Argentina parece existir sólo en el Artículo 1º de la Constitución Nacional, guardada en el olvido. ¿Dónde están las soluciones a los problemas sociales, dónde la escucha al pueblo que les delega su poder? Lo único que se está logrando es generar el miedo a nosotros mismos, acrecientan la violencia interprovincial, histórica de nuestra patria. Hoy en día creemos que el interior en inferior en educación, pero rico en humildad, que la Ciudad ha concentrado el mayor nivel de crecimiento en la historia y que cada día puede estar mejor ¿pero en qué contexto? ¿Acaso “Autónoma” refiere a su independencia del Gobierno Nacional, de su propio país? Si creemos que el crecimiento se produce desde aquí, leamos la historia de cómo Buenos Aires actuó en propio beneficio de sus intereses creyéndose superior a sus vecinas hermanas, las provincias del “interior”. Desde los inicios se impuso Buenos Aires como benefactor del territorio nacional, establecido por provincias aglomeradas en la dependencia de una Aduana instrumental de riqueza económica y cultural. Por esto, a veces, no puedo entender cómo somos un país. Si el sentimiento de pertenencia y defensa a la bandera celeste y blanca significa ¿por qué no reconocemos a todos los que sienten lo mismo como iguales? ¿Acaso no lo somos? ¿Tenemos más derechos que otro? El patriotismo se encuentra en todas partes, pero vacío, la nacionalidad también, pero obligatoria, la defensa de los derechos en todas partes, pero de los que alguien escribió alguna vez, a veces si saber lo que significa. Diferenciamos entre países, entre provincias, entre pueblos, entre barrios, entre cuadras, entre casas, entre familias, entre personas, entre gente y dirigente, sólo con el fin de diferenciar nuestra responsabilidad como menor a la que al otro le compete. ¿Dónde quedó el respeto, la igualdad, la solidaridad? Se los llevó la individualidad, la misma que nos hace querer estas soluciones inmediatas a problemas superficiales de cualquier manera, forma o intención, la misma que nos hace creer en falsas garantías de una vida mejor. ¿Por qué es una vida mejor? Porque a medida que se aumentan a forma de limosna los salarios nominales, nos hacen creer que podemos tener aquello que nos hará felices, bienes materiales. Caemos en el facilismo sin preocuparnos, porque vamos a morir escuchando un Mp10 dentro de una tina de cristal, pagando las cuentas electrónicamente, tomando margaritas que nos prepara la sirvienta; pero estaremos solos, individuales, vacíos, molidos a palos, sin salir de nuestras casas porque afuera se da la guerra del poder que no nos interesa porque tenemos lo que nos dijeron que nos iba a hacer feliz.

Esta es a mi parecer la política del individualismo, de la falta de interés de lo social (porque los intereses personales siempre están), que genera y generamos mediante la reproducción constante del sometimiento, de la falta de respeto y solidaridad y de ignorancia hacia aquello que debemos reclamar y no lo hacemos.

Para generar un verdadero cambio, primero debemos entender en qué contexto nos encontramos.

1 comentario:

ConeLa dijo...

Coincido en muchas cosas con vos... y creo que es un facilismo y una posición muy cómoda la de la sociedad, que se indigna con la situación actual, pero que sin embargo no hace nada para intentar modificarla.
Es muy fácil hacerlo de la boca para afuera, y los argentinos tienen la cotumbre de tercerizar culpas.
Todos pueden quejarse de lo que pasa, indignarse, lamentarse, horrorizarse... pero estoy completamente convencida de que (si bien no se solucionarian) las cosas podrian fluctuar y modificarse un poco si en vez de hablar, hacemos. Aunque sea algo mínimo, siempre hay algo para hacer.
Basta de conformismos.

Nene, un placer encontrarte por aca...

Cony