domingo, 14 de octubre de 2012

Abrir la puerta




En algún momento tenemos que volver, tenemos que volver a encontrar el momento de jugar, de divertirnos haciendo ejercicio con nuestra imaginación… dejar que las cosas sean todo lo que queremos que sean. Imaginar un mundo sin peros, sin negaciones, un mundo que se multiplica en la complementariedad del otro, en todo lo que nos puede sumar y enriquecer.

No nos damos cuenta del tiempo que pasamos quietos hasta que empezamos a movernos. El cuerpo pesado nos pide que no demos un paso más, que no sigamos con esta novedad. ¿Acaso habrá perdido la memoria? ¿Acaso se olvidó de lo que es jugar? Quitarle las amarras y devolverle la memoria no es tarea fácil, pero no es imposible si uno aprende a compartir otra vez.

La alegría de compartir nos devuelve la mirada, nos permite volver a soñar despiertos y creer que mientras que estemos juntos todo sueño puede convertirse en realidad. Corremos, caminamos, saltamos, nos volvemos uno, nos unimos en el decir y dejamos de ser sólo un yo, para ser un nosotros.

Volvimos a sentir que estamos vivos, y que alguien nos abrió la puerta para salir a jugar.

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